EL CABALLERO DE LA ESPUELA

(LEYENDA)

    DE los dos montes que circundan la histórica Reina del Jiloca con su corona de vetustos y legendarios muros, vese en el que mira al sur un hermoso torreón almenado, de piedra labrada, y que los franceses, al abandonar la ciudad en la guerra de la Independencia, a cañonazos lo partieron por medio, de arriba abajo, quedando sólo la mitad del Torreón del Caballero de la Espuelatorreón, como herido centinela que está narrando a los presentes y venideros la historia de sus hazañas. A este torreón le llaman hoy de Cariñena (1), pero por los años de 1348, cuando fue construido, se le dio el poético nombre de «El caballero de la espuela», nombre que recuerda la gloriosa leyenda que voy a referir a mis lectores.
    Corría el año 1310. Hallábase encinta una de las más distinguidas damas de Aragón, cuyo árbol de nobleza había brotado en las márgenes del Ebro, junto al trono del Pilar, y una de sus ramas florecía en Daroca, frente a la iglesia de Santiago, llamada la parroquia de los caballeros. Viendo dicha dama que el parto se presentaba difícil y peligroso, hizo promesa de ir a visitar el Santísimo Misterio y consagrarle el fruto de sus amores, si salía bien de aquel trance. Y así sucedió; la dama dio a luz un hermoso niño y marchó a Daroca, cumplió su promesa y mandó celebrar en acción de gracias una solemne función en la Capilla de los Corporales. El niño creció, y su bizarría y claro entendimiento presagiaban que pronto llegaría a ser un héroe.
    A la edad de siete, se le sometió a una educación varonil y robusta en medio de los juegos militares en el castillo paterno; a los catorce el doncel, con el cirio en la mano, fue conducido por sus padres al altar de La Seo, donde su tío el Arzobispo, después de bendecir la espada y el cíngulo, se los ceñía, quedando transformado en escudero, poniéndole bajo las órdenes del paladín D. Bernardo de Cabrera, famoso guerrero de aquel tiempo.
    El año 1336 fue armado caballero por el rey de esta manera:
    Era el domingo siguiente de Pascua de Resurrección. Don Pedro IV acababa de Coronarse rey solemnemente en la magnífica iglesia de La Seo. Dicha la misa y acabado el oficio, el rey, sentado en su trono, después de jurar los fueros y libertades del reino, en presencia de los ricos hombres, prelados, caballeros y los síndicos de las villas y ciudades, Torreón del Caballero de la Espuela y Muro Redondodijo al joven escudero, que se hincó de rodillas en su presencia, acompañado de las madrinas y varios caballeros:
    --Lope de Luna (así se llamaba el doncel), ¿con qué intención deseáis entrar en la Orden de Caballería?
    --Señor, con la de servir a Dios, a la Religión y a mi dama.
    --Lope, ¿habedes velado ya las armas, habedes tomado el baño para limpieza de vuestros pecados y para vestiros de honor, de cortesía y de bondad?
    --Señor, velado he las armas y tomado el baño, según usanza.
    --Lope, ¿habedes estado en el lecho del reposo, símbolo del paraíso que Dios guarda a sus amigos, y habedes comulgado vistiendo las blancas telas de lino?
    --Señor, estado he en el lecho y comulgado con las blancas telas.
    --Lope, tomad ahora este vestido de púrpura, para que entendáis que debéis derramar vuestra sangre por la Santa Iglesia y fincar muerto en tierra, antes que deshonrar la Orden de Caballería.
    --Señor, de buen grado lo acepto, y vos prometo ser fiel a la Orden de Caballería.
    --Lope, en el nombre de Dios y de San Jorge, yo vos hago caballero, y (dándole tres golpes de plano en la espalda con la espada desnuda) recibid ahora las armaduras.
    Dicho esto los caballeros, damas y doncellas le visten la cota de malla, la coraza, brazaletes, manopla, yelmo y Torreón del Caballero de la Espuelademás piezas. Don Bernardo de Cabrera le ciñe la espada y la gentil dama D.ª Isabel de Urrea le calza la espuela, que era dorada y labrada con exquisito gusto en la argentería de Mompeller. Tenía en la parte posterior un león rampante que con sus garras sujetaba una media luna de plata en campo de gules. Llamó tanto la atención esta espuela, que desde entonces denominaron a D. Lope «El caballero de la espuela».
    Aposentado el rey en su palacio de la Aljafería, criado lejos de su padre, privado del amor de su madre y acostumbrado a escuchar sólo palabras de venganza, comenzó a perseguir a su madrastra doña Leonor, y arrebató a su hermano D. Jaime la corona de Mallorca. «Este cachorro, decía, lleva la venganza en el corazón; cortémosle las uñas antes de que pueda despedazar». Y sentándose en un gótico sillón, junto a una mesa, tomó la pluma y escribió un edicto, ordenando que la infanta D.ª Constanza fuese jurada como heredera del trono. La noticia de este edicto corrió por el reino como una chispa eléctrica, y no tardó en llegar a las plantas del rey un emisario, gritando:
    --Señor, Aragón acaba de alzar su pendón rebelde.
    --¿Qué nombre dan al levantamiento --dijo el rey impávido.
    --La Unión, señor.
    --¡Mentecatos! Quieren suscitar las contiendas que hicieron bambolear esta corona sobre las sienes de mis antecesores; pues bien; yo les probaré que el hacha de mi verdugo puede más que sus puñales.
    Después de las turbulentas Cortes celebradas en Zaragoza, que terminaron con el grito de «¡A las armas! ¡A las armas!», lanzado por los nobles y el pueblo, el rey logró escapar a Barcelona y de allí pasó a Valencia para apaciguar a los nobles, que también se habían sublevado, quedando en aquella ciudad, poco menos que prisionero. Torreón del Caballero de la EspuelaImponente y amenazador se presentaba aquel alzamiento, que tendió al aire una bandera, levantó un ejército y se apoyó en el rey de Castilla. Todas las ciudades de Aragón, excepto Calatayud, Daroca, Teruel y Huesca, formaron parte de la Unión. El caballero de la espuela, D. Lope de Luna, se puso al frente de los caballeros de las cuatro ciudades citadas, celebró con ellos consejo en Cariñena y acordaron pasarse a Daroca, para hacerse allí fuertes, ofender y resistir. Entonces fue cuando se reedificaron parte de las murallas y se construyó el magnífico torreón llamado «El caballero de la espuela», en memoria del caudillo D. Lope de Luna. Hiciéronse grandes provisiones de armas y de víveres y se confederaron con los de la villa, cuyos jefes principales eran D. Jiménez Pérez de Pina y D. Domingo Marcuello, que tenían las fortalezas y castillos de Daroca.
    Al grito de «¡Venganza! ¡A las armas! ¡Mueran los traidores!», declaró D. Lope la guerra a los de la Unión. Estalló ésta con verdadero furor. El rey logra escaparse de Valencia y se refugia en Teruel; el rey de Castilla amenazo las fronteras y llega a las puertas de Tarazona; D. Lope corre con su gente a defenderla; los de la Unión, con un ejército de l5.000 hombres, acaudillados por el infante D. Fernando, caen sobre Epila el 21 de junio de 1348. Estando en grande apuro y a punto de perderse esta plaza, levanta D. Lope el cerco de Tarazona, pasa con sus tercios darocenses el Jalón y acomete a sus enemigos con tal empuje y bravura, que los desborda y vence en sangriento y muy reñido combate.
    Fue tan horrorosa y encarnizada esta batalla, que murieron en ella los principales jefes de la Unión, cayó herido y prisionero su caudillo el infante D. Fernando, y el mismo D. Lope de Luna recibió una herida en la pierna.
    Los que más se distinguieron en esta jornada (son palabras de Zurita) fueron los caballeros y gentes de Daroca, que se hubieron en ella muy valerosamente, y apenas quedó en la Villa hombre que pudiera tomar las armas y no se hallase en la batalla.
Torreón del Caballero de la Espuela    Los pendones de la Unión y de Zaragoza quedaron en Epila, como perenne trofeo de la victoria. Poco tiempo después se celebraron Cortes en Zaragoza, y el rey, de natural y condición ardiente, queriendo romper por sus manos el pergamino de los privilegios de la Unión con el puñal que siempre llevaba al cinto, se hirió e hizo sangre, por lo que exclamó: «Privilegio que tanta sangre ha costado, justo es que con sangre real se borre».
    Fue tan grande para el rey la jornada de Epila, que no vaciló en hacer a D. Lope de Luna la señaladísima merced de darle el titulo de Conde de Luna, el primero que se sabe haberse dado en estos reinos a rico hombre que no fuese hijo de rey.
    Así se hizo célebre el

CABALLERO DE LA ESPUELA

    (1) El nombre de Cariñena dado al muro, se debe a que en la última reedificación de las murallas, cada pueblo de la Comunidad se encargaba de su parte correspondiente.

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