El Milagro de los Corporales

(SIGLO XIII)

Del libro HISTORIA DE DAROCA del P. José Beltrán (Escolapio) publicado en el año 1954

CAPITULO I

RESUMEN: Los seis capitanes.- Zeyt Abuzeyt destronado por Zaén.- El castillo de Chío.- El Puch del Codol.- Consejo de guerra.- La misa.- La batalla.- El Milagro.- La victoria.- Interesante documento.

    Hay en el Museo de la Colegial unas tablas con pinturas del siglo XV que representan al vivo el Milagro de los Angel sosteniendo los Sagrados Corporales (1,41 x 0,52 m.) (Conjunto de tablas sobre el suceso de los Sagrados Corporales y los Reyes Católicos)Corporales, y fueron en un principio las puertas de encerramiento del retablo del Santísimo Misterio. La tradición y los cronistas vienen a confirmar el relato verídico de estas pinturas y de los magníficos relieves que hay dentro de la Capilla. Es como sigue Tomada la célebre ciudad de Valencia, entonces corte del famoso moro Zaén, asuntos particulares obligaron a D. Jaime el Conquistador a marchar a Mompeller, dejando sin concluir personalmente la conquista de aquel reino. Nombró gobernador de la ciudad al insigne caballero D. Jimeno Pérez, y para defensa de la tierra conquistada seis mil hombres, distribuídos en tres guarniciones, una de ellas compuesta por los tercios de Daroca, Calatayud y Teruel, designando generalísimo de sus armas a su tío D. Berenguer de Entenza, señor de Mora y Falcet, a quien se juntaron los dos grandes maestres del Temple y de San Juan, con otros caballeros ilustres de Aragón, que fueron D. Fernán Sánchez de Ayerbe, D. Pedro de Luna, D. Pedro Jiménez Carroz, D. Ramón Cardona y D. Guillén de Aguilón. Zeyt Abuzeyt fué destronado por Zaén y se pasó a los cristianos, llamado después de su conversión D. Vicente Belbis.
    Luego que el rey partió, los tercios de Daroca, Calatayud y Teruel determinaron apoderarse del fuerte castillo de Chío, distante tres leguas de Játiva, situado en un monte enriscado, donde se habían refugiado muchos de los moros que salieron de Valencia. Las tropas cristianas tomaron los desfiladeros del castillo para impedir toda clase de comunicaciones y escogieron como punto estratégico de sus operaciones el Puch del Codol, llamado el Cabezo de la gran piedra, situado en las riberas de Luchente. Los moros del castillo, que estaban observando todos los movimientos de los cristianos, hicieron sobre los muros grandes hogueras y tocaron las trompetas y atabales para avisar a sus vecinos moradores. Pronto cundió la alarma por todo el territorio. Enterado Zaén, logró en breve tiempo reunir Luchente - Castillo de Chioun numerosísimo ejército y resolvió apoderarse de la pequeña hueste cristiana y recuperar la capital del reino perdido. No tardó en caer sobre el Puch del Codol, ocupando los valles, desfiladeros y gargantas, guarneciendo las entradas y salidas que guiaban a la altura del monte con objeto de que no pudieran huir, pues Ios creía perdidos, no sólo por las bien armadas tropas que llevaba, sino también por el excesivo número de ellas, que, según las crónicas, por cada cristiano había cien sarracenos. Los nuestros contaban 400 caballos y 4.000 infantes. La víspera de la batalla, Zaén acampó con sus huestes a vista del castillo de Chío; colocaron las tiendas de campaña, sonaron los clarines, diéronse órdenes, rodearon todo el monte y esperaron que pasase la noche para dar al día siguiente la señal de ataque.
    Don Berenguer de Entenza reunió consejo de guerra con los cinco capitanes que dirigían los tercios, compuestos en su mayoría de almogávares; hallábase también el destronado rey de Valencia, Zeyt Abuzeyt, corno capitán, de los moros de su bando.
    En aquel consejo se determinó que al rayar el alba se celebrase, misa de campaña y comulgasen los seis Luchente - Castillo de Chiocapitanes, ya que no había tiempo para que se confesasen todos los de la milicia, y terminada la misa, a una señal dada se lanzaron todos con el mayor ímpetu posible contra el enemigo, dispuestos a morir o vencer.
    Al amanecer, sobre la gran piedra que tenía la forma de una mesa-altar, se levantó un magnífico pabellón adornado con banderas y trofeos militares. Dispuesto todo mosén Mateo Martínez, hijo de Daroca, párroco de San Cristóbal y capellán de los tercios, comenzó a vestirse los sagrados ornamentos. Mientras tanto, D. Berenguer de Entenza dispuso que quedasen vigilando las cuatro partes de la falda del monte 50 soldados de los más bravos, 50 en cada una de ellas, para evitar una sorpresa o resistir el primer choque del enemigo. Dirigiéndose a todos en. aquel solemne momento, pronunció una breve arenga llena de entusiasmo guerrero y de confianza en el Dios de las batallas; luego mandó colocar la tropa alrededor de aquel cerro, y puestos todos de rodillas, con las espadas desenvainadas y desplegadas las banderas, el sacerdote Angel sosteniendo los Sagrados Corporales (1,41 x 0,52 m.) (Conjunto de tablas sobre el suceso de los Sagrados Corporales y los Reyes Católicos)dio principio a la santa misa. Con fervorosa devoción estaban, cuando en el espacio que media entre la consagración y la sunción, los moros, con gran estruendo y gritería, comenzaron el asalto del monte. Los nuestros, dejando solo al sacerdote en el altar, corrieron al combate. El sacerdote parece que debiera haber sumido todas las formas, como era natural en tan críticos momentos, para que no fuesen profanadas, mas no fué así, sino que sumida la del sacrificio, recogió las restantes en los corporales y las escondió lo mejor que pudo en un pedregal que había al pie de una palma.
    Trabóse el combate con increíble ardimiento y después de tres horas de sangrienta lucha, los moros se dieron a la fuga. Al volver los cristianos victoriosos, el sacerdote llevó las formas otra vez al altar, pues los capitanes le suplicaron se dignase darles la sagrada comunión para dar gracias a Dios por tan señalado triunfo. El sacerdote, al desplegar los corporales, halló las sagradas formas convertidas en sangre y pegadas a los corporales. Tan sobrecogido y turbado quedó, que cayó absorto de rodillas. Don Berenguer, acercándose al ara, le dijo: "Buen padre, ¿cuál es la causa de vuestra detención?" Y el sacerdote, exhalando suspiros y derramando lágrimas, tomó en sus manos los corporales y no dio otra respuesta que la de volverse hacia los capitanes y soldados y mostrarles las formas tenidas en sangre. "¡Milagro! ¡Milagro!", exclamaron todos, arrebatados de religioso entusiasmo. Entretanto, los moros se rehicieron y volvieron al asalto. Los nuestros, confiando en el Dios que tan visiblemente los protegía, se arrojaron de nuevo al combate, mientras el sacerdote, colocado en la eminencia del monte, enarbolaba aquel estandarte para infundir aliento a los cristianos.
    La lucha fué horrenda; quedó el campo cubierto de cadáveres y trofeos de guerra. De los nuestros, apenas hubo Batalla de Chio (1,23 x 0,52 m.) (Conjunto de tablas sobre el suceso de los Sagrados Corporales y los Reyes Católicos)bajas; la victoria fué completa; los moros abandonaron el castillo de Chío y de él tomaron posesión los nuestros a la mañana siguiente. Este portentoso milagro tuvo lugar en febrero de 1239.
    Hay en el archivo de la Colegial un antiquísimo documento escrito en pergamino que conserva los tres sellos colgantes para corroborar la fe del notario que atestiguó la verdad de todo lo que en el pergamino está escrito. Incluye éste tina misiva en latín vulgar que envían el alcalde, Clero y demás autoridades de Daroca al Baile, Rector, justicia y jurados de la villa de Chiva (Valencia), pidiéndoles testimonio jurado de cómo se verificó el Milagro de los Corporales. La carta fué presentada por Miguel Cabrerizo, vecino de Daroca, firmada el 25 de junio de 1340, a la cual contestaron los de Chiva con el referido documento, escrito en lengua vulgar. Esto fué 101 años después del Milagro. De este documento entresacamos lo siguiente: "A los honrrados et discretos los Calonges de la Eglesia de Sancta María de Darocha et homes buenos del concejo de dito lugar. Salut et honor... Femos vos saber que a nos es cierto por testimonios dignos de fe asín Xristianos como moros... que el Noble don Berenguer de Enteza en el tiempo traspasado defunto, con companya de homes de caballo et de pie facían entradas en el dito Reyno de Ualencia... Et fué entre los ditos moros ordenado que tuviesen acerca quando el dito don Berenguer exivia cabalgada et sería attentado en el dito Pueyo que todos los moros de Ualencia et de los otros lugares del Reyno fiziesen en tal manera commo el día sería claro todos fuesen derredor del dito Pueyo et asitiasen al dito Noble et a todos los que con él fuesen, la qual cosa fue fecha segunt que entre ellos fué ordenado. Et commo vino el día claro que el dito Noble vido quiera asitiado en el dito Pueyo, fizo mandamiento a hun Clérigo qui era del conceio de Darocha que celebrare et dixiese misa. El commo aurían Dios pregado que confesasen los unos de los Misa de Mosen Mateo Martínez en el campamento del Puig del Codol (1,41 x 0,52 m.) (Conjunto de tablas sobre el suceso de los Sagrados Corporales y los Reyes Católicos)otros et después que firiesen en los moros. El qual misacantano comenzó a dezir missa et commo huvo santificado et levantado el cuerpo de Jhesu-Xristo é lo huvo posado sobre los Corporales, el dito cuerpo de Jhesu-Xristo se convirtió en verdadera sangre, de la qual cosa todos fueron mucho marauillados qué significaba. Et fué asín el dito Noble et las companyas que con él eran que el dito misacantano se vistiese un tabardo d'escarlata muyt bello et honrrado et puyase et cavalgase en hun mulo blancho que ahí era et llevase commo, más honrradament pudiese los ditos corporales et que devallase del Pueyo por ferir en los ditos moros et comenzaron a ferir asín que... huvieron grant victoria contra los ditos moros et mataronne muchos et cativaronne. Et emprés cascuna de las ditas Universidades descavan et querían aver los ditos Corporales et echaron suertes entre los citados conceios et cayó la suert a los de Darocha por tres vegadas, en asín que fué contención entre ellos... et por partir contención ordenaron que el dito misacantano cavalgando en el mulo et levando con sy con muyt grant reverencia los ditos Corporales et que fuese delant la gent: et en qualquier lugar que el dito mulo por voluntat del nuestro Sennyor Jhesu-Xristo endresas, los ditos Corporales fuesen de aquel lugar, el qual caminando sen de fué derechament a una Eglesia que es cerca de la villa de Darocha, la qual es apellada Sant Marcho, et fincó los genollos por voluntat de Jhesu-Xristo.
    Et en testimonio de verdat et de las ditas cosas fazemos fer aquesta carta pública testimonial. (Firmanla Guillén Serra, alcaide del castillo; Bernat de Alcoleya, rector; el justicia y, los jurados.) Data in Chiva el día 6 de julio de 1340. Domingo de Ahuero, notario público. Con sobrepuesto en la quinta regla do dice per sarracenos."
    El piadoso lector juzgará si esta relación es más natural que la que corría de boca en boca durante la primera centuria del Milagro.

CAPITULO II

RESUMEN: Las suertes.- Discusiones.- Ultima decisión.– Prodigios verificados en el trayecto.- Llegan los Corporales a Daroca.- Fin de la mulilla.- Traslación del Santísimo Misterio a la Colegial.- El escudo de la Ciudad.- Visita de D. Jaime.

    Después de la batalla referida en el capítulo anterior, los vencedores ocuparon el resto del día en enterrar los Ocultación de las formas consagradas (1,41 x 0,52 m.) (Conjunto de tablas sobre el suceso de los Sagrados Corporales y los Reyes Católicos)numerosísimos cadáveres que habían quedado en el campo y en recoger el inmenso botín que dejaron los moros fugitivos.
    Luego, reunido el Consejo de guerra, dispuso se mandara fabricar una caja de plata, que aun se conserva, donde se pudieran colocar decentemente los Santos Corporales, y consignó al capitán Vicente Belbis, por otro nombre Zeyt Abuzeyt, para que fuese a Mompeller a comunicar a D. Jaime el Milagro y la victoria.
    Al tratar sobre la posesión de la inestimable joya de los Corporales, se promovió acalorada disputa, pues todos pretendían tener derecho a su posesión. Don Berenguer de Entenza manifestaba que este tesoro quedase en Valencia por el justificado motivo de haber sucedido el prodigio en este territorio y por ser Valencia cabeza de aquel reino. Los de Teruel aducían más derechos, porque su capital, como más vecina a los enemigos, había padecido más daños, había sufrido más choques, había derramado más sangre e impedido que los moros invadiesen los pueblos del reino.
    Los de Calatayud pretendían que fuese la gloria para sí, en atención a ser la mayor y más rica de las tres ciudades, haber dado para la conquista más soldados y haber gastado más caudales.
    Los de Daroca exponían que aquel tesoro debía corresponderles, porque ellos fueron los primeros que tremolaron las banderas de las Ocas sobre la Puerta de Serranos de Valencia, y por ser mosén Mateo Martínez, hijo de Daroca, el que celebró la misa, el que consagró las seis Formas, el que enarboló este sagrado estandarte de nuestra fe en la última batalla, de que resultó la más completa victoria.
    Viendo Berenguer de Entenza que la contienda tomaba cada vez mayores proporciones y que los ánimos se exaltaban demasiado, propuso que se echasen suertes sobre quién había de ser el dueño de tan rica joya, ya que el día en que esto sucedía, Descubrimiento de los Corporales (1,23 x 0,52 m.) (Conjunto de tablas sobre el suceso de los Sagrados Corporales y los Reyes Católicos)se celebraba la festividad de San Matías, que fué elegido para ser Apóstol.
    Todos aceptaron esta proposición, y puesta por obra, se echaron suertes por tres veces y las tres cayeron a Daroca. Esto no obstante, algunos capitanes quedaron descontentos, sospechando que hubo o pudo haber arte o engaño en lo que sin duda fue designio del cielo. El caso es que se agriaron las discusiones, hasta que por fin se convino en que se trajese una mulilla blanca cogida en el campo enemigo, que no había llevado carga ni pisado jamás tierra de cristianos, y cargando sobre su lomo los Corporales, se la dejase andar libremente y el lugar donde se parase, se tuviese sin disputa por morada del Santísimo Misterio elegida por el Cielo. Los capitanes no se opusieron a esta determinación.
    Colocados los Corporales en una caja o arqueta de plata, liada con cordones de seda, que aun se conservan, cabalgó el sacerdote llevándola consigo con grande reverencia, dejando a la mulilla caminar a su arbitrio. Detrás iban los soldados con la Cruz levantada y las banderas desplegadas, y la gente con hachas encendidas en las manos, formando una procesión, tocando, las músicas y cantando himnos, uniendo sus voces a las acordes marchas que los ángeles, según tradición, cantaron en los aires al paso de los Sagrados Corporales.
    Durante el trayecto, al pasar por los pueblos, se verificaron algunos prodigios, que aumentaban el fervor y entusiasmo religioso de los acompañantes, y muchas gentes salían con sus párrocos, llevando Cruz alzada, y engrosaban las filas de aquella procesión extraordinaria. En Puebla de Artiaza, aldea vecina de Aljecira, sacaron a un hombre poseso que iba profiriendo estentóreas voces y horribles palabras, y en el momento de pasar el Santísimo Misterio, quedó repentinamente libre del espíritu que lo atormentaba, con grande Entrada a la Iglesia del Convento de San Marcos (Santa Ana) en Darocaasombro de todos.
    En la villa de Jérica, dentro de unos montes que lindan con Aragón, había dos ladrones, que estaban robando a un mercader e intentaban asesinarlo; cuando vieron venir al Santísimo Misterio, huyeron amedrentados por las breñas del monte, y el mercader, lleno de alegría, salió al encuentro de la numerosa comitiva; postrado en tierra, con lágrimas en los ojos, adoró los Santos Corporales, y mientras refería a los circunstantes el apurado trance en que se había visto, los dos ladrones, con grandes voces y acelerados pasos, bajaban a la llanura, y según ellos mismos contaron, estando en el monte, habían visto en los aires multitud de luces brillantes y hermosísimos ángeles que volaban, cantando himnos al Señor de los ejércitos, y entonces sintieron vivos remordimientos de sus crímenes, y atraídos por tan estupendas maravillas, venían arrepentidos a confesar sus culpas y a lavar con lágrimas su delito. Estos y otros muchos prodigios iba haciendo el Señor por los pueblos por donde pasaba.
    Así suele el pueblo poetizar y embellecer los hechos más portentosos de su historia.
    Cruzando de largo por Teruel, llegó después de 50 leguas de jornada a las cercanías de Daroca. Todos los vecinos de la ciudad, con su Clero, autoridades y muchísimos habitantes de las próximas aldeas salieron a esperarlo. Espectáculo emocionante era aquél, que hacía derramar lágrimas de devoción y de ternura, viendo a unos levantar sus manos al cielo, suplicando al Señor que eligiera para trono de su descanso aquella ciudad bendita; y a otros, estrechando entre sus brazos a aquellos guerreros, hijos y hermanos suyos, que Detalle de la entrada a la Iglesia del Convento de San Marcos (Santa Ana) en Darocahabían alcanzado tanta gloria y habían merecido que el mismo Señor de las batallas hiciera con ellos tan alta distinción.
    Llegó, por fin, a las puertas de la ciudad con todo el acompañamiento de su triunfo, del mismo modo que entró un día en Jerusalén, y desviándose un poco hacia el camino de Calatayud, la blanca mulilla se detuvo en un pobre albergue, que entonces era Hospital de San Marcos, después convento de Trinitarios y hoy Hospital municipal y Colegio de Santa, y doblando las rodillas en tierra, cayó muerta por voluntad divina el día 7 de marzo de 1239, dejando en esta venturosa ciudad la arquilla de los Sagrados Corporales. La mulilla fué enterrada en el atrio de la iglesia, y encima de la puerta hay un bajo relieve en piedra, bastante bien tallado, que representa la llegada del Santísimo Misterio.
    Como estaba fuera de la ciudad y de la muralla y con temor de que amigos o enemigos lo pudieran llevar, para asegurarse de esto, mosén Mateo Martínez y el Clero hacían el Divino oficio y cantaban en la iglesia de Placa conmemorativa en la entrada a la Iglesia del Convento de San Marcos (Santa Ana) en Darocadicho Hospital, y la gente de la ciudad le hacía fuera cuerpo de guardia, hasta que se trasladó a la iglesia de Santa María. Reedificada ésta, y habidas muchas juntas de personas eclesiásticas y civiles, se determinó entrarlo en la ciudad. Vinieron muchas gentes de los pueblos y aldeas, y con las comunidades religiosas, los gremios, los clérigos y cruces parroquiales y, todos los vecinos de Daroca se formó en la iglesia de Santa María una solemnísima procesión, llegó al Hospital, se sacó al Santísimo Misterio, y en aquel campo, que entonces estaba sin huertos, sin árboles ni casas por razón de estrategia militar, se mostró a todos los circunstantes, que con lágrimas de devoción lo adoraron. Después, entonando salmos y cánticos de alabanza, se trasladó a la iglesia de Santa María, Desde este día hasta la institución de la fiesta del Corpus, cada año se hacía procesión y se mostraba a los fieles; era el día de la Asunción, fiesta titular de la Iglesia y de la ciudad y Patrona de la misma. (Archivo, letra D, lig. 1º)
    El día 7 de marzo se celebra todos los años procesión general con todas las cruces, repiques de campanas, músicas, luminarias, y con la asistencia de los conventos, parroquias y cofradías, en memoria de haber llegado en dicho día el Santísimo Misterio a Daroca. Por actos testimoniales, uno de 1.537 y otro de 1565, se hace constar que en el mismo sitio donde se verificó el milagro se fundó una iglesia y el convento de los dominicos, llamado Corpus Christi; allí, en un sepulcro de mármol, fué enterrado D. Berenguer de Entenza. La Hijuela de los Corporales se llevó al convento dominicano de Carbonera (Cuenca), y la donó Dª. Beatriz de Bobadilla, Marquesa de Moyá, y a ésta se la regalaron los Reyes Católicos.
    Entonces se añadieron al escudo de la ciudad las seis Formas y el lema "Non fecit taliter omni nationi". Don Vicente Belbis, el destronado rey de Valencia, fué comisionado para que fuera a Mompeller a comunicar el Milagro y la victoria a D. Jaime, el cual vino inmediatamente a adorarlo, y concedió a Daroca grandes privilegios y regaló varias alhajas de plata, entre ellas la magnífica Custodia, que sirve en la Octava del Corpus de brillante trono al Augusto Sacramento.

CAPITULO III

RESUMEN: Los síndicos de la ciudad y Urbano IV.- La fiesta del Corpus.- Privilegios de los Papas.- Personas reales que vinieron a adorar el Santísimo Misterio.- Peregrinaciones famosas.- Prodigios autorizados.

    El año 1261 la ciudad de Daroca y el Cabildo enviaron dos síndicos, cuyos nombres no se citan, uno de cada parte, Don Fernando el Católico y el infante Don Juan (1,23 x 0,52 m.) (Conjunto de tablas sobre el suceso de los Sagrados Corporales y los Reyes Católicos)a informar a S. S. Urbano IV del Milagro de los Corporales, de los principales detalles del mismo y de la innumerable multitud de gentes que de todas partes venían a adorarlo, las cuales no cabiendo en la iglesia ni en sus plazas, hubo necesidad de construir una torreta de piedra fuera de los muros, en donde desde aquellos tiempos hasta ahora se muestra y adora en el día del Corpus con solemnidad extraordinaria. Fueron introductores de los dos síndicos ante el Papa los gloriosos doctores San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino, quienes informaron sobre tan portentoso milagro al Pontífice e inclinaron su ánimo para decretar la solemnísima fiesta del Corpus. Conmovido el Papa por la relación del milagro, concedió innumerables privilegios e indulgencias, que sus sucesores aumentaron y confirmaron, en especial la Bula que concedió en 1397 Benedicto XIII, el cual, siendo Cardenal y Legado apostólico, ofició y mostró el Santísimo Misterio a los fieles, como ya se ha dicho, y regaló magníficos presentes.
    San Vicente Ferrer vino el año 1414, predicó en la Torreta el día del Corpus y convirtió 110 judíos. De tal manera se extendió por todas partes la fama de este Milagro que de las más remotas tierras venían numerosos peregrinos a adorarlo. La peregrinación más notable fué la del año 1444. Siendo prior el canónigo D. Juan Alvarez Chalez, el primero que fué elegido por el Cabildo en virtud de la Bula de Benedicto XIII que concedía al Cabildo la gracia de elegir prior de su gremio, se otorgó el jubileo Plenísimo de diez en diez años, y él fué a recibirlo a Zaragoza. Cuando volvió, salieron a recibirlo en procesión fuera de la ciudad y pusieron dicha Bula en la arqueta del Santísimo Misterio. Vinieron aquel año más de cien mil personas y se recogieron de limosna 16.000 escudos. De esto hay documento y acto de fe en el archivo de la Fábrica.
    El 25 de noviembre de 1495 vinieron los Reyes Católicos con las infantas Dª. María y Dª. Catalina, reinas de Portugal La reina Isabel y la infanta doña Juana (1,23 x 0,52 m.) (Conjunto de tablas sobre el suceso de los Sagrados Corporales y los Reyes Católicos)y de Inglaterra, con grande séquito de prelados, grandes de España y señores ilustres, entre ellos D. Pedro González de Mendoza, cardenal y arzobispo de Toledo, quien después de haber celebrado, mostró el Santísimo Misterio a la regia comitiva. Estos soberanos donaron espléndidas limosnas, magníficos tapices, ricas alhajas de oro y plata, señalaron rentas para el alumbrado y culto y mandaron reedificar y ornamentar a sus expensas la Capilla de los Corporales, donde pusieron los reales escudos y el Yugo y las Flechas, de cuya incomparable riqueza artística hablaré más adelante. En 1534 vinieron el emperador Carlos V y Dª. Isabel con el príncipe D. Felipe e infanta Dª. María, la serenísima reina Dª. Germana, que fué esposa de D. Fernando, el duque D. Fernando de Aragón, el príncipe de Piamonte, el Excmo. Sr. D. Alonso Manrique, cardenal de Sevilla e inquisidor general de España.
    Estos y otros reyes quisieron honrar esta iglesia con hacerse parroquianos suyos; y de sus heredades y haciendas pagaron las décimas, como consta por diversas escrituras. El Papa Eugenio IV concedió la Bufa del famoso jubileo o Indulgencia plenaria y por este motivo vinieron también D. Juan, rey de Aragón y Navarra, y gran número de prelados y caballeros, en especial los hermanos del reino de Navarra, que tenían establecidas en muchos pueblos hermandades y cofradías de este soberano Misterio.     El 1585 llegó Felipe II, que al ver la Capilla de los Corporales, dijo: "Bien parece esta antigüedad". En 1701 vino Felipe V; en 1706, D. Carlos, archiduque de Austria; en 1750, la infanta de España Dª. María Antonia, y en lo sucesivo casi todos los reyes y caudillos de la nación hasta el Generalísimo Franco.
    Muchos son los prodigios que ha realizado el Santísimo Misterio a través de los tiempos; pero deseando la brevedad, referiré dos solamente. Por el año 1523, D. Juan de Borja, duque de Gandía, se vio desposeído de sus estados y en lucha con los Iglesia de la Colegial de Daroca donde se hallan actualmente los Sagrados Corporalesmoros fué atravesada su garganta por una flecha, cuya aguda punta ni pudo arrancar el arte ni arrojar de sí la naturaleza. Puesto al frente de sus huestes, se dispuso a reconquistar los estados perdidos; salió a su encuentro el enemigo, más numeroso que ordenado, trabóse el combate; entonces el duque levantó los ojos al cielo, invocó a los Sagrados Corporales y agitado ya por el calor, ya por la ira, al echar mano a la espada arrojó por la boca la punta de la flecha y quedó completamente curado. Ganada la batalla, entró victorioso en Gandía, y en memoria de este suceso mandó colgar en la Capilla de los Corporales una rica lámpara con las armas de la Casa de Borja, una gola y una flecha.
    Refiérese en la Historia de los PP. Jerónimos que, pasando los cuerpos o reliquias de los santos niños Justo y Pastor, de orden de Felipe II, al real monasterio del Escorial, Fr. Juan de Regla, que los conducía, pernoctó en Daroca, dejando en la santa Capilla el arca con los referidos cuerpos. Se retiró a la posada y a la mañana siguiente, muy temprano, lo despertaron los Santos Niños, diciéndole que se levantase a decir misa. Llenóse de asombro cuando, al ir a celebrar en la santa Capilla, halló vestidos de acólitos a los dos, que le ayudaron con la mayor devoción y ternura. Terminada la misa, desaparecieron, encontrándose en el arca los dos cuerpos como habían venido.

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