El Milagro de los Corporales

(Relato histórico)

Del libro TRADICIONES Y LEYENDAS DE DAROCA del P. José Beltrán (Escolapio) publicado en el año 1929

    Hay en el archivo de la Colegiata de Daroca un antiquísimo pergamino, que contiene la verdadera historia del Milagro de los Corporales. Este precioso documento conserva aún los tres sellos colgantes para corroborar la fe del Carta de Chivanotario que atestiguó la verdad de todo lo que en el pergamino está escrito.
    Incluye éste una misiva en latín vulgar, que remiten el Alcalde, Clero y demás autoridades de Daroca al baile, Rector, justicia y jurados del Castillo y villa de Chiva (Valencia), pidiéndoles testimonio jurado de cómo se verificó el Prodigio de los Corporales. La carta fue presentada por Miguel Pérez Cabrarizo, vecino de Daroca, firmada el 25 de junio de 1340, a la cual contestaron los de Chiva con el referido documento, escrito en lengua vulgar, del cual entresacamos lo siguiente:

"A los honrrados et discretos el Sacristan e los Calonges de la Eglesia de Sancta María de la villa de Darocha el hommes vuenos del concejo del dito lugar. Salut el honor. .… Femos vos saber que a nos es cierto por testimonios dignos de fe asín Xristianos como moros …. que el Noble, don Berenguer de Entenza en el tiempo traspasado defunto, con companya de hommes de caballo el de pie fasían entradas en el dito Reyno de Ualencia el d'aquí trahían grandes cavalgadas et bestiares et de moros et albergaban en el Pueyo, en el qual agora es edifícado el Castillo de Chiva. --- Et fue entre los ditos moros ordenado que tuviesen acerca quando el dito don Berenguer de Entenza, exivia con la cavalguda et seria attentado en el dito Pueyo que todos los moros de la Ciudat de Ualencia et de los otros lugares del Reyno fiziesen en tal manera commo el día sería claro todos fuesen derredor del dito Pueyo et asistiesen al dito Noble et a todos los que con él fuesen, la qual cosa fué hecha segunt que entre ellos fué ordenado. Et commo vino el día claro que el dito Noble vído que era asitiado en el dito Pueyo, fizo mandamiento a hun Clerigo qui era del Conceio de Darocha que celebrare et dixiese missa. Et commo aurían, missa, et aurían Dios pregado que confesasen los unos de los otros et después que firiesen en él los moros. El qual misacantano comenzó a dezir missa et commo huvo posado sobre los Corporales el dito cuerpo de Ihesu-Xristo se convirtió en verdadera sangre, de la qual cosa todos fueron mucho maravillados qué significaba. Et fué asín el dito Noble et las companyas que con él eran que el dito misacantano se vistiese un tabardo d'escarlata muyt bello et honrrado et puyase et cavalgase en hun mulo blancho que ahí era et que lievase commo más honrradament pudiese los ditos corporales et que devallasen del Pueyo por ferir en los ditos moros. …. Et devallado del Pueyo en la forma desús dita, el dito Noble et las companyas …. comenzaron á ferir en asín que Xristianos con la gracia del nuestra Señor Ihesu-Xristo huvieron grant victoria contra los ditos moros et mataronne muchos et cativaronne. Et emprés cascuna de las ditas Universidades deseavan et querían aver los ditos Corporales et echaron suertes entre los citos concelles et cayó la suert á los de Darocha por tres vegadas, en asín que fué contencion entre ellos …. Et por partir contencion ordenaron que el dito misa-cantano cavalgando en el mulo et levando con sy con muyt grant reverencia los ditos Corporales et que fuese delant la gent: et en qualquie lugar que él dito mulo por voluntat del nuestro Sennyor Ihesu-Xristo endresas, que los ditos Corporales fuesen de aquel lugar, el qual caminando sen de fué derechament a una Eglesia que es cerca, de la villa de Darocha, la qual es apellada Sant Marcho, et fincó los genollos por voluntat de Ihesu-Xristo …. Et en testimonio de verdat et de las ditas cosas fazemos fer aquesta carta pública testimonial. (Firmanla Guillén Serra, alcaide del Castillo, Bernat de Alcoleia, Rector, el Justicia y los Jurados). Data in Chiva el día 6 de Julio de 1340, --- Domingo de Ahuero, notario público. Con sobrepuesto en la quinta regla do dice per sarracenos".

 

    Hasta aquí el referido pergamino.
    Apoyado en este valioso documento referiré a mis lectores con toda clase de pormenores el estupendo Milagro de los Corporales.

I

    Corría el año 1239. Después de la conquista de Valencia, asuntos particulares obligaron a D. Jaime a marchar a Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de DarocaMompeller, pero antes de partir dejó para defensa de aquel reino seis mil hombres, distribuídos en tres guarniciones. Una de ellas compuesta de los Tercios de Daroca, Calatayud y Teruel, era dirigida y gobernada por D. Berenguer de Entenza, tío del Rey y Señor de la Baronía de Chiva, Mora y Falcet.
    Luego que el Rey partió, determinaron tomar el castillo de Chiva, distante unas tres leguas de Játiva. Era este castillo plaza fuerte, situada en un monte muy enriscado, donde se habían refugiado muchos moros que salieron de Valencia después de la conquista, y era como la llave de un valle espacioso, rico y abundante. Las tropas cristianas tomaron los desfiladeros del castillo para impedir toda clase de comunicaciones, y escogieron como punto estratégico para sus operaciones el Puch del Codol, llamado Cabezo de la gran piedra, situado en las riberas de Luchente.
    Los moros del castillo, que desde sus murallas y almenadas torres estaban observando todos los movimientos de los cristianos, hicieron sobre los muros grandes hogueras y tocaron las trompetas y tambores para avisar a sus vecinos moradores. Pronto cundió la alarma por todo el territorio. Enterado de ello Zaén, rey moro de Valencia, logró en Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Darocabreve, tiempo reunir un numerosísimo ejército y resolvió, no sólo apoderarse de la pequeña hueste cristiana, sino recuperar el reino perdido. No tardó en caer sobre el Puch del Codol, ocupando los valles, desfiladeros y gargantas, y guarneciendo las entradas y salidas que guiaban a la altura del monte con el objeto de que no pudieran huir, pues los creía perdidos, no solamente por las bien armadas y aguerridas tropas que llevaba, sino también por el excesivo número de ellas, que, según las crónicas, por cada cristiano correspondían cien sarracenos. Los nuestros sólo contaban con 400 caballos y 4.000 infantes.
    La víspera de la batalla Zaén acampó con sus huestes a la vista del castillo de Chiva. Colocáronse las tiendas de campaña, sonaron los clarines, diéronse órdenes, rodearon todo el monte del Codol y esperaron que pasase la noche para dar al día siguiente la señal de ataque.
    D. Berenguer de Entenza reunió el consejo de guerra, que se componía de los seis capitanes que dirigían las tropas, compuestas en su mayoría de almogávares, y eran D. Jiménez Pérez, D. Germán Sánchez de Ayerbe y D. Ramón de Luna, aragoneses; D. Guillén de Aguiló y D. Simón Carroz, catalanes. Hallábase también Zeit Abuzeyt, rey Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Darocade Valencia, destronado por Zaén, y llamado después, cuando se hizo cristiano, D. Vicente Belbis, como capitán de los moros de su bando.
    En aquel consejo se determinó que al rayar el día se celebrase misa de campaña y comulgasen los seis capitanes, ya que no había tiempo para que confesasen y comulgasen todos los de la milicia, y terminada la misa, a una señal dada, todos se lanzasen con el mayor ímpetu posible contra el enemigo, dispuestos a morir o vencer.
    Al clarear el nuevo día, viéronse los montes próximos coronados de multitud de moros y ocupados los valles y desfiladeros del monte, donde se hallaban acampados los cristianos. Sobre la gran piedra del cabezo, que tenía la, forma de un altar, se levantó un magnífico pabellón, adornado con banderas y trofeos militares. Dispuesto todo, D. Mateo Martínez, hijo de Daroca y capellán de los tercios, principió a revestirse los sagrados ornamentos. Mientras tanto, D. Berenguer de Entenza dispuso que quedasen vigilando las cuatro partes de la falda del monte cincuenta soldados de los más bravos, para evitar una sorpresa o resistir el primer choque del enemigo; y dirigiéndose a todos en aquel solemne momento, los arengó con palabras llenas de guerrero entusiasmo y confianza en el Dios de las batallas. Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de DarocaLuego mandó colocar convenientemente la valiente tropa alrededor de aquel cerro, y puestos todos de rodillas, con las espadas desenvainadas y desplegadas al aire las banderas, el sacerdote dio principio a la santa misa.
    El ruido de las armas, los ecos de los clarines y tambores y los espantosos alaridos de los moros, iban creciendo por momentos. Ya había consagrado el sacerdote, pero después de haber alzado el cuerpo de N. S. Jesucristo, vio con grande asombro, al colocarlo sobre el Corporal, que las seis formas destinadas para que comulgasen los capitanes, estaban teñidas en sangre. Viendo los capitanes que el sacerdote, se hallaba como arrobado y fuera de sí, sin proseguir la santa misa, levantarónse, y al acercarse al altar vieron con gran sorpresa las seis formas convertidas en sangre, y exclamaron: ¡Milagro! ¡Milagro!
    Entonces, el sacerdote, tomando los Corporales en sus manos, volvióse hacia las tropas y, mostrándoselos, les dijo que aquel prodigio estupendo significaba que ganarían la batalla.
    Desde el general hasta el último soldado, postrados todos en tierra y con los ojos llenos de devoción y de Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Darocaentusiasmo, adoraron aquéllas santas y sangrientas Formas. Oyendo ya muy cerca los alaridos de los moros, D. Berenguer y los capitanes dispusieron que el sacerdote se vistiese un tabardo de escarlata ricamente bordado, y cabalgando en un mulo blanco, que en anteriores correrías cogieron a los moros, llevase como mejor pudiera los Santos Corporales y bajara con ellos del cerro a pelear contra los moros para infundirles terror y espanto.
    Sin tardanza, los moros, ciegos de furor y dando espantosos gritos, acometieron a un tiempo por todas partes contra los nuestros, hasta llegar algunos de ellos a la cumbre del monte. Lanzáronse entonces los nuestros desde lo alto con el ímpetu de un torrente desbordado, logrando romper aquella gruesa muralla de enemigos que los rodeaba. El choque fue sangriento, horroroso; cuantos intentaban detener su paso quedaban ensartados en sus espadas y lanzas. Pronto se hizo general el combate; en los barrancos, en los valles y en los montes se luchaba cuerpo a cuerpo.
    El virtuoso sacerdote, cubierto con aquella deslumbrante vestidura, enarbolando aquel purpúreo y maravilloso estandarte del Dios de las batallas, cabalgando en aquel mulo blanco, ligero como el relámpago, y blandiendo en Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Darocauna mano brilladora espada, corría de una parte a otra, cuando veía que los suyos cedían ante aquella inmensa muchedumbre de moros que por todas partes los rodeaban. El efecto mágico que producía en los sarracenos ver a aquel guerrero del mulo blanco, era sorprendente; parecíales que el genio de la guerra había bajado del cielo para exterminar su raza. Cuando cruzaba por medio de sus filas, el pánico se apoderaba de ellos, y despavoridos huían en tal desorden que, confundidos entre sí, unos a otros se acuchillaban. Los Santos Corporales que el sacerdote llevaba, parecían un escudo formidable, cuyas ensangrentadas Formas despedían extraños fulgores, como rayos y centellas, que herían a los infieles y los dejaban muertos en el acto.
    Tres horas duró el combate, hasta que los moros, rotos y vencidos, huyeron a la desbandada, perseguidos por los nuestros, que acuchillaron a muchos y cogieron innumerables prisioneros, los cuales, poseídos de espanto, ni tuvieron esfuerzo para huir, ni valor para defenderse.
    Tantos fueron los muertos, que dicen las crónicas que la sangre agarena corría en humeantes arroyos y los cuerpos destrozados cubrían el suelo, de modo que casi no había campo donde pisar.
    Después de esta victoria, los nuestros tomaron posesión del fortísimo castillo de Chiva, que los moros dejaron abandonado, y se hicieron dueños de los pueblos y fortalezas que había en toda la comarca.

II

    Ganada la batalla que acabo de referir, los vencedores ocuparon el resto del día en enterrar los cadáveres que Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Darocahabían quedado en el campo y en recoger el inmenso botín que dejaron los moros fugitivos.
    Después, reunido el consejo de guerra, dispuso se mandara fabricar una urna de plata, donde se pudieran colocar decentemente los Santos Corporales, y comisionó al capitán Vicente Belbis, por otro nombre Zeyt Abuzeit, para que fuese a Mompeller a comunicar el Milagro y la victoria a D, Jaime el Conquistador. Luego, al tratar sobre la posesión de la inestimable joya de los Corporales, se promovió una acalorada disputa, pues todos pretendían tener derecho a su posesión.
    Viendo D. Berenguer de Entenza que la contienda tomaba cada vez mayores proporciones y que los ánimos se exaltaban demasiado, propuso que se echasen suertes sobre quién había de ser dueño, ya que el día en que esto sucedía se celebraba la festividad de San Matías, que fue elegido por suerte para ser Apóstol.
    Todos aceptaron esta proposición, y, puesta por obra, se echaron suertes por tres veces y las tres recayeron sobre Daroca. Esto, no obstante, algunos capitanes quedaron descontentos, sospechando que hubo o, pudo haber arte o Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Darocatrampa en lo que sin dada fue designio del cielo. El caso, es que se agriaron las discusiones, hasta que por fin se convino en que se trajese el mulo blanco, y montado en él el Capellán con la urna, se le dejase andar libremente, y el lugar donde se parase se tuviera por morada, elegida por el cielo, de los Santos Corporales.
    Los representantes de Daroca, poniendo su confianza en el Santísimo Misterio, no se opusieron a esta última determinación.
    Colocados, pues, los Corporales en la arquilla de plata, fue ésta cargada sobre el blanco mulo y liada con cordones de seda. Cabalgando en la grupa el Capellán para sujetar mejor la arquilla, comenzó libremente a andar el mulo, mientras cuatro portaestandartes, uniendo por los extremos sus pendones, improvisaron un palio, y montados en sus caballos iban acompañando, juntamente con todo el ejército, que llevando desplegadas las banderas, y tocando las músicas y cantando, formaban una larga y solemnísima procesión.
    Durante el trayecto se oyeron en los aires maravillosas músicas de diversos coros de ángeles. tañendo y cantando Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Darocacon hermosa variedad de instrumentos y de voces, y al pasar por los pueblos se verificaron algunos prodigios que aumentaban el fervor y entusiasmo religioso de todos los acompañantes. En Puebla de Artiaza, aldea vecina a Aljecira, sacaron al camino a un hombre poseído del espíritu maligno, que daba lástima por lo desgreñado, descompuesto y furioso que iba, profiriendo estentóreas voces y horribles palabras, y en el momento de pasar a su lado el Santísimo Misterio, quedó repentinamente libre del espíritu inmundo que lo atormentaba, con grande asombro de todos.
    En la villa de Jérica, dentro de los montes que lindan con Aragón, había dos ladrones que estaban robando a un mercader e intentaban asesinarlo, cuando vieron venir por aquel mismo camino el Santísimo Misterio. Huyeron amedrentados los ladrones por las breñas del monte, y el mercader, lleno de alegría, salió al encuentro de la numerosa comitiva, postrado en tierra, con lágrimas en los ojos, adoró los Santos Corporales, y mientras refería a los circunstantes el apurado lance en que se había visto, con grandes voces y acelerados pasos, los dos ladrones bajaban Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Darocade la intrincada sierra a la llanura, los cuales, según ellos mismos contaron, estando en el monte habían visto en los aires multitud de luces brillantes y hermosísimos ángeles que volaban cantando himnos al Señor de los Ejércitos, y sintiendo vivos remordimientos y atraídos por tan estupendas maravillas, venían arrepentidos a confesar sus culpas y a lavar con lágrimas su delito.
    Estos prodigios y otros muchos más iba haciendo el Señor por los pueblos por donde pasaba; muchas eran las gentes que de las aldeas vecinas salían a recibirle con la rompa que les era posible, y uniéndose a la comitiva engrosaban sus largas y numerosas filas.
    Pasando de largo por Teruel, después de 50 leguas de jornada, llegó por fin a las cercanías de Daroca; todos los vecinos de esta ciudad, con su clero y autoridades y muchos habitantes de las aldeas y pueblos comarcanos, salieron a esperarle. Espectáculo emocionante era aquél, que hacía derramar lágrimas de ternura, viendo a unos levantando sus manos al cielo, suplicando que el Santísimo Misterio eligiera para trono de su descanso aquella ciudad bendita; y Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Darocaa otros, estrechando entre sus brazos con sollozos de cariño a aquellos guerreros, hijos y hermanos suyos, que habían alcanzado tanta gloria y habían merecido que el mismo Señor de las batallas hiciera con ellos tan alta distinción.
    Llegó, por fin, a las puertas de la ciudad con todo el acompañamiento de su triunfo, del mismo modo que en otro tiempo, entraba triunfante en Jerusalén, y desviándose un poco hacia el camino de Calatayud, el blanco mulo se detuvo en un pobre albergue, que entonces era Hospital de San Marcos, después convento de Trinitarios y hoy Colegio y Hospital de Santa Ana, y doblando las rodillas en tierra cayó muerto por voluntad de Dios el día 7 de marzo del año 1239, dejando en esta venturosa ciudad la arquilla de los Santos Corporales.
    Es fama que una república de abejas, que desde tiempo inmemorial tiene su enjambre en un hueco que forman las piedras encima de la magnífica puerta del Perdón de la suntuosa Colegial, fue acompañando al Santísimo Misterio cuando vino a Daroca, el cual enjambre todavía se conserva como para recordar que por dicha puerta entró el verdadero panal divino.
    El Relicario donde se guarda tan preciado tesoro es regalo de los Reyes Católicos y se fabricó con el primer oro que vino de América.

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